El Descenso

El Descenso

Play 1 | Play 2 | Play 3

Estamos en un pequeño barco, mar adentro.
Vamos a levar ancla pero notamos que se ha trabado. Anuncio a mis compañeros que iré a ver qué pasa. Bajo por una escalerilla entrando en el agua calma.
Al sumergirme, veo un cardumen de pequeños peces, el casco del barco y la cadena del ancla. Nado hacia ella y aprovechándola, desciendo.
Noto que puedo respirar sin dificultad, de manera que continúo bajando por la cadena hasta llegar al fondo, ya poco iluminado.
El ancla está atascada en unos restos de metal. Me acerco, tirando fuertemente hacia arriba. El piso cede. He levantado una tapa que deja al descubierto cierto espacio cuadrado por el que me introduzco. (*)
Nado a mayor profundidad y al sentir una corriente submarina fría, sigo su dirección. Termino tocando una superficie lisa, cubierta a tramos, por vegetales marinos. Asciendo sin alejarme de ella. A medida que refloto, percibo mayor claridad. (*)
Emerjo en un ojo de agua adentro de una caverna, difusamente iluminada. Subo a una especie de plataforma. Camino unos pasos y descubro escalinatas. Comienzo a bajar por ellas sigilosamente.
El pequeño pasadizo se estrecha cada vez más, mientras sigo descendiendo por la escalera ahora muy resbaladiza. Veo teas encendidas con regularidad. Ahora, la bajada se ha tornado casi vertical. El ambiente es húmedo y sofocante. (*)
Una reja oxidada, a modo de puerta, impide el paso. Empujo y se abre rechinando. La escalera ha terminado y ahora hay solo una rampa embarrada por la que me desplazo con cuidado. El olor es pegajoso, casi sepulcral. (*)
Una ráfaga de aire, amenaza apagar las antorchas. Al fondo, escucho el rugido de un mar embravecido azotando las rocas. Comienzo a experimentar dudas acerca de mi regreso.
El viento silba con fuerza, apagando la tea más baja. Entonces, empiezo a subir frenando todo impulso de sobresalto. Lentamente, asciendo por la rampa barrosa.
Llego a la puerta oxidada. Está cerrada… La abro nuevamente y continúo subiendo fatigosamente por las escaleras casi verticales, mientras las antorchas siguen apagándose a mis espaldas.
La escalera de piedra está cada vez más resbaladiza de manera que doy cuidadosos pasos.
He alcanzado la cueva. Llego a la plataforma y me sumerjo en el ojo de agua en el instante en que se apaga la última luz.
Desciendo hacia las profundidades, tocando la superficie lisa y vegetal. Todo está a oscuras. (*)
Al sentir una correntada fría, nado en dirección opuesta con gran dificultad. (*)
Logro salir de la corriente. Ahora subo verticalmente, hasta que doy con un techo de piedra. Busco en todas las direcciones para encontrar la apertura cuadrada. (*)
He llegado al lugar. Paso por el orificio. Ahora desengancho el ancla de su trampa y apoyo mis pies en ella mientras muevo la cadena para avisar a mis camaradas.
Desde arriba están izando el ancla conmigo como pasajero. Lentamente, se va iluminando el espacio acuático, mientras observo un fascinante arco iris de seres submarinos.
Emerjo. Suelto la cadena y aferrándome a la escalerilla del barco, subo ante los vítores y bromas de mis amigos. (*)