Catarsis

Catarsis

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Aclaración sobre la experiencia a llevarse a cabo

Esta práctica tiene por finalidad lograr un inmediato alivio de las tensiones internas motivadas por conflictos no resueltos, o directamente negados. La negación, generalmente opera por olvido o por racionalización, de modo que las dificultades quedan desplazadas sin posibilidad de ser elaboradas en el nivel que les corresponde.

Experiencia guiada

Estoy en una habitación sentado al lado de una persona que no conozco, pero que me es de una confianza absoluta. Tiene todas las características de un verdadero guía: bondad, sabiduría y fuerza. Sin embargo, muchos le dan el pintoresco mote de “deshollinador”.
Lo he venido a consultar sobre mis problemas personales y, por su parte, ha respondido que mis tensiones internas son tan intensas que lo más aconsejable es efectuar un ejercicio de “catarsis”, para luego estar en condiciones de comprender a fondo los verdaderos conflictos.
Su discreción es tan grande que al estar sentado a mi lado y no fijar su mirada en mi, puedo expresarme libremente. De esta manera, establecemos una muy buena relación.
Me pide que me distienda completamente, aflojando los músculos. Me ayuda, apoyando su mano en mi frente y en los distintos músculos de la cara. (*)
Luego me toma la cabeza y la mueve a izquierda y derecha; adelante y atrás, para que relaje el cuello y los hombros. Destaca la importancia de que los ojos y la mandíbula, queden flojos. (*)
Indica posteriormente, que suelte los músculos del tronco. Primeramente, los de adelante. Luego, los de atrás. (*)
No se ha preocupado de las tensiones en brazos y piernas porque, según asegura, ellos se distienden solos como consecuencia de lo anterior. Me recomienda ahora que sienta a mi cuerpo blando, como de goma; “tibio” y pesado, hasta encontrar una sensación algodonosa y placida. (*)
El dice: Seguramente entre el día de ayer y hoy usted ha tenido algún pequeño problema, de ese tipo que todos tenemos en la vida diaria. Bien, recuerde la situación del modo más perfecto posible. (*)
El continúa: Ahora haremos catarsis. Si trabajamos bien, usted deberá experimentar no ya el alivio de las tensiones musculares sino algo mucho más importante, a saber, el alivio de las tensiones profundas que son, precisamente su problema. Procedamos. Cuénteme con claridad y sin guardarse ningún detalle, todo lo que recordó. Por favor, no deje decir todo por insignificante, grosero o grave que le parezca, de otro modo esto no funcionará.
Entonces, comienzo a contarle todo lo que recordé respecto al problema sufrido. (*)
Terminado el relato me pide que recuerde aquella anécdota en la que experimente una gran humillación. En lo posible debo reconstruir la situación más humillante de mi vida. Me dispongo por tanto, a hacerlo. (*)
Cuénteme hasta el último detalle, aunque le resulte incómodo, considere que yo no estoy aquí para juzgarlo, piense que soy un instrumento suyo y no a la inversa. Anímese y describa todo. (*)
Recuerde ahora esa traición que le hicieron y que íntimamente no ha podido perdonar. Se tratará por supuesto de la traición más importante. (*)
Explíqueme todo lo que recordó. (*)
Tratemos ahora a su conciencia de culpa, con un pequeño esfuerzo recordará la escena el conjunto de situaciones en las que usted aparece como el culpable directo o indirecto de algo grave. No será difícil encontrar eso de lo que se siente culpable. (*)
Lo escucho y por favor, no deforme nada de lo que vio. (*)
Finalmente, piense en aquello que no le contaría a nadie por ningún motivo. (*)
Cuéntelo detenidamente. (*)
Si lo desea, siga diciéndome todo lo que le haría bien trasmitir. Dígalo sin preocuparse por las expresiones y suelte sus emociones libremente. (*)
El deshollinador se levanta y toma un objeto curvo y alargado. Se pone al frente mío y dice: “¡Abra la boca!” Le obedezco. Luego siento que me introduce una especie de pinza larga que me llega hasta el estómago. Sin embargo, advierto que no me desagrada… De pronto grita: “¡Lo atrapé!” y comienza a retirar, poco a poco el objeto. Al principio creo que me arranca algo, pero luego siento que se produce en mí una agitación placentera, como si se fuera desprendiendo de las entrañas y los pulmones algo que estuvo malignamente anidado durante mucho tiempo. (*)
Va retirando la pinza. Me asombro al sentir que apresado por ella, va saliendo de mi boca una forma dulzona, maloliente y viscosa que se retuerce… Por último, al ser colocado ese ser en un frasco transparente, experimento un inmenso alivio, como una purificación interna de mi cuerpo.
De pie, observo boquiabierto, la repugnante “cosa” que poco a poco, se va diluyendo hasta quedar transformada en una gelatina informe. Al poco tiempo, es ya un líquido oscuro; luego transparente, y finalmente comienza a consumirse, al escapar como gas a la atmósfera.
En menos de un minuto, el frasco ha quedado perfectamente limpio.
Ya ve -dice el deshollinador- por eso se llama “catarsis” a este procedimiento. En fin, hoy no ha estado mal. Un poco de problema cotidiano con algo de humillación; una dosis de traición y algún aderezo de conciencia culposa. Resultado: un pequeño monstruo que le impedía tener buenos sueños, buena digestión y buenas otras cosas. Si usted viera… a veces he sacado monstruos enormes. Bien, no se preocupe si le queda una sensación desagradable por unos días… Me despido de usted.

Intercambio sobre la experiencia
Los concurrentes discuten sus experiencias.

Recomendación

Verificar si se registra la sensación de alivio una vez terminada la experiencia. Comprobar en la vida diaria, si los problemas contados en la “catarsis» han perdido fuerza o bien si han sido comprendidos en un nivel menos conflictivo.